El ciclo de la dieta: qué es y cómo podemos evitarlo
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Equipo Apetece Cuidarse Oct 21, 2022 10:38:28 AM
En situaciones de estrés, ansiedad o preocupación, nuestro cuerpo activa ciertos mecanismos para protegernos de estos sentimientos. El hambre emocional, es decir, comer por ansiedad, es uno de estos mecanismos por los que el cuerpo intenta calmar la angustia surgida por uno de estos problemas. En este artículo te contamos más al respecto y cómo superarlo.
El hambre emocional, comer por ansiedad, es un estado en el que una persona come sin la necesidad real de alimentarse. Es decir, quien la experimenta no tiene un apetito real: el cuerpo no le está alertando de que debe comer porque tiene hambre o apetito. Los responsables son los neurotransmisores. Veamos con más detalle.
El sistema digestivo está compuesto por la microbiota, que es un conjunto de microorganismos (bacterias) que se encarga de que los nutrientes de nuestro organismo lleguen a buen puerto. Si el sistema digestivo está en orden, gracias a una alimentación equilibrada y saludable, las bacterias también están en equilibrio. Cuando no hay un correcto balance de microorganismos, puede empezar a ocurrir un desequilibrio bacteriano y, con él, hormonal. Y es que una gran cantidad de hormonas, como la dopamina o la serotonina, las llamadas “hormonas de la felicidad”, nacen en el sistema digestivo. En este momento, los neurotransmisores se activan y le comunican al cerebro un mensaje erróneo: comer calmará el desajuste.
Así pues, el hambre emocional provoca una gran necesidad de comer de manera impulsiva y descontrolada, aunque no haya una necesidad fisiológica. El objetivo de esta manera de comer es calmar ciertos sentimientos negativos, como pueden ser:
El hambre emocional puede no tener efectos negativos en tu cuerpo. El hambre es normal y todas las personas la sienten. Los problemas pueden llegar si el comer compulsivamente se convierte en una rutina y, por tanto, en un potencial trastorno.
Eso quiere decir que puede conllevar problemas físicos pero también los psicológicos, que pueden no controlarse e ir a peor.
Problemas físicos:
Problemas psicológicos:
Hacer frente al hambre emocional no es una tarea sencilla. Veamos algunos consejos que pueden ayudarte a combatirla:
Como hemos mencionado al inicio del artículo, una alimentación equilibrada ayuda a mantener un correcto balance de la microbiota intestinal y, por tanto, a que las hormonas también estén en equilibrio. Cambia tu alimentación y serás capaz de controlar el hambre emocional.
Dependiendo de la situación personal, es necesario recibir ayuda profesional, tanto de un psicólogo como de un nutricionista.
Una forma de controlar el hambre emocional es hacer ejercicios de respiración para conseguir la relajación necesaria y evitar comer de manera compulsiva.
Para poder llevar a cabo el punto anterior, debes ser capaz de identificar cuando el hambre emocional se apodera de ti. Dependiendo de la situación de cada uno puede resultar más sencillo o más complicado que uno mismo se de cuenta cómo ha llegado y por qué a comer de manera compulsiva.
No hay mejor solución que tener la mente ocupada, para así no recibir impulsos del hambre emocional. El deporte es una gran vía de escape y de satisfacción para este tipo de problemas. También puede serlo un hobbie que implique estar concentrado, como las manualidades o la cocina.
El descanso y la desconexión son muy importantes, tanto a nivel físico como emocional. Un buen descanso por la noche hará que tu cerebro sea menos propenso a mandar señales de hambre a tu cuerpo.
No es un consejo que sirva para aplacar el hambre emocional, pero es cierto que beber agua antes de comer puede reducir la ansiedad y calmar las ganas de comer antes de ingerir un alimento.
El hambre emocional, o comer por ansiedad, es la manera que tiene el cuerpo de indicar que algo no funciona. Con algunos cambios saludables puedes ayudar a disminuir considerablemente esta sensación.
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